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martes, 10 de enero de 2012

Quedate hasta el día, Ioshua



Aldo se despertó y cuando abrió los ojos el mundo se le antojó enteramente nuevo. Se quedó quieto solo mirando el techo. Hasta el aire y la luz que entraban suave por la ventana le parecían con un fulgor inaudito. Una energía vital resplandecía en cada rincón donde mirara. Todo estaba en calma. Renovado.

Respiraba y disfrutaba el perfume inaugural de las sabanas revueltas.
Miró a su lado y allí dormía profundamente desnudo Germán.

Aldo se levanto muy sigilosamente de la cama y miró la piecita donde había despertado. Una habitación sencilla donde vivía Germán. Quedo de pie desnudo en medio de la habitación mirando allí las ropas tiradas, las fotos familiares en cuadritos, juguetes de niño y banderines de Atlanta.
Aldo seguía sintiendo esa vibrante sensación de novedad. Algo en lo profundo de su cuerpo lo hacia sentir en su piel un sentimiento de frescura profundamente claro.

Germán apenas si giró y seguía durmiendo como un bendito.

Aldo miró una vez más al pequeño alrededor y se detuvo en el cuerpo natural de Germán desnudo y calmo entre las sabanas. Aldo quedó fijado en ese cuerpo durante un rato.

Germán era un muchacho remisero del barrio donde vivían ambos. Un joven muy amable y simpático de 32 años que alquilaba una casita donde vivía y habitualmente recibía a sus amigos y su hijo, cuando su ex mujer se lo traía algunas tardes.
Un buen chico de barrio, trabajador y respetado. Con amigos y novias, un auto que era su trabajo y su colección de banderines de Atlanta.

Aldo se quedó disfrutando de su vista un poquito más pero… ¿que debía hacer ahora? él nunca había estado con otro hombre y no sabía como continuaban estas cosas entre muchachos, pues en sus 19 años todas sus relaciones fueron con chicas y ellas solo cogían y se iban sin más. Pero ahora había despertado junto a quien compartió una noche de sexo ¿Qué debía hacer? Como debía comportarse? ¿Debía irse en silencio y ya? ¿Debía volver a la cama y esperar que Germán se despierte? ¿Debía despertar a Germán para irse? ¿Debía decir algo? ¿Debía hacer como si nada hubiera pasado? No lo sabia… y aun así estaba calmo, algo expectante incluso.

Aldo y Germán eran conocidos del barrio, tomaban de vez en cuando algunas cervezas con otros amigos en ronda y por esas cosas inexplicables anoche Germán que estaba con el auto le ofreció llevarlo a Aldo a su casa si no le molestaba, Aldo aceptó por supuesto y en el camino charlaron y rieron mas. Cerca de la casa de Aldo estaba la casa de Germán que quedaba de paso, Germán quiso bajar a buscar algo importante para él y seguirían camino, Aldo asintió.
Germán entro en la casa y tardó un momento, Aldo lo esperaba en el auto. Sale Germán y le dice que no encuentra eso que busca, que baje del auto y entre a la casa mientras el busca mejor. Aldo dijo “esta bien”.

Entraron a la pieza y Germán revolvía entre sus cosas buscando quien sabe que. Charlaban pero ya en un tono menos estridente, casi intimo. Empezaron a compartir algunas palabras cómplices y así sin ninguna razón aparente se acercaron y en un instante de silencio se besaron y se dejaron caer recostados en la cama. Todo tan nuevo e inexplicable para ambos. Algo confundidos pero enloquecidamente ansiosos, Aldo y Germán cogieron toda la noche descubriéndose a sí mismos.

Aldo volvió a la realidad de la pieza de Germán y entre dudas y recuerdos de lo de anoche. Inspiro hondo disfrutando el aire y volvió muy en sigilo a la cama y se abrazo al pecho de Germán, que lo recibió con una sonrisa adormecida y lo apretó suavemente entre sus brazos, y ambos entre tanta naturalidad en la humildad de la pieza parecían  descansar en un mundo enteramente nuevo.


Texto: Ioshua, artista, poeta, dj, músico, productor, dibujante, artista plástico, diseñador gráfico, etc. Más sobre Ioshua

Foto: Talleres de Fotografía Barrio Piedrabuena (coordinado por Pablo Vitale)


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