la
lengua de mi boca late en un nivel profundo, murmura: bajo los adoquines que
aún quedan como piezas de una dentadura maltratada; detrás de las decenas de
capas de pintura de los labios de las pibas las puertas las chapas las paredes;
dentro de pocos de los ranchos heredados que se sostienen a la vera de un río
muerto de saliva. de la boca para afuera es otra cosa: another thing. de la boca para afuera hay restaurantes. gente bien.
de la boca para afuera, menos caminos para quinquelear y más peatonales para
disparar máquinas con flashes y ratios de ventas. de la boca para afuera, cada
tanto, tengo la sensación de que se escucha un latido, como un murmullo, pero
me late que es solo una sensación. porque hacia fuera, desde la boca, no se oye
más que el murmullo de nuevas voces extranjeras, barbarismos que se piensan con
un dedo en la barbilla y que piden nasalmente por favor que empecemos plis con
la ronda de champanes. de la boca para afuera, luigi bosca; en mi boca vino
toro, damajuana. de la boca para afuera sale el grito de la moda: ¡cuero! ¡que
no decaiga, arriba los pómulos! que es otoño y se usa cuero. cuero curtido, cuero
cardón, cuero de negro y adentro de mi boca el olor de la curtiembre y
cicatrices. de la boca para afuera, bienvenidos, colgamos los calzones de las
lámparas, amordazamos la luz, y damos clima.
Foto: Susana Galperín
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