Empalmamos por Maipú después de salir de Florida. La Richmond estaba
hasta las manos. Siempre pasa lo mismo, se viene el verano y la gente gasta
guita. Luisito jodia contento, al fin había conseguido las plantillas
especiales para su vieja que sufría de los pies.
La ciudad tiene una quietud inexperta. Parece que en cualquier
momento todo puede virar a la mierda.
Nosotros estábamos ablandando los tamangos para las vacaciones. Nos vamos a Mar del
Plata después de todo. A mi viejo cada vez que le hablaba de los beneficios del
General se le ponía la cara negra como aceituna. Me gustaba cacharlo. No puede
entender que me vaya a gastar el aguinaldo en vacaciones.
El único que me da un poco de lástima es el José, anda con los
pantalones remendados. Solo le alcanzó para los zapatos nuevos. Podría ser
peor. Igual entre todos seguro que
le tiramos unos mangos.
Ahora nos vamos para lo del Judío, que esta en el taller arreglando
el Ford T. Una joya.
A mi me queda comprarme la brillantina y unos calzones largos por
las dudas. Me sonrió; seguro que
la vieja me bordó la bata con las iniciales para la playa.
Texto: Mariana Kosodij
Foto: Archivo Victoria Lustig
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