Saque
Frida y yo
exasperamos a la familia. Los gritos y los insultos son materia común en casa.
Mi madre es una tenista que tira su revés con potencia. Enseñó a la prole a
escupir amarguras y ahora somos imparables. Hoy por fin se decidieron y nos
llenaron la valija. Después, la tiraron a la calle. Todos votaron nuestro
exilio: Jorgelina con la mandíbula dura, mamá aún en bata y Guillermo, con su
cara de satélite fuera de órbita. Nos cerraron la puerta y yo me quedé observando
la B, que no brilla nunca. Bajamos con los sentidos palpitando, movidos por
manos invisibles que nos empujaban hacia la calle. La ciudad no arde, es mi
corazón.
Y de pronto,
miro hacia adelante con la certeza del que no tiene nada.
Efecto lateral
Ella entra y
yo espero, confundido entre los autos. El hambre me escarba el cuerpo hasta la
nuca. Estar desesperado no ayuda. La espío en su temblor. La sonrisa se refleja
y la deforma, como una gacela de vidrio. Cerca de la carne, su animalidad se
expande. Es una orquídea sangrienta. Cuando el local queda en silencio, se
acerca a su presa y recita el poemita que inventamos para estos casos: una raqueta luminosa/ se ha incrustado en mi
pecho. El carnicero entiende y le prepara un paquetito. No es la primera
vez. La poesía se convierte en alimento.
Frida es una
jugadora inquietante.
Fuera
Subimos al
primer vagón y nuestra vida se aleja corriendo. El deseo de fugar nos inflama
el apetito. Destrozamos las salchichas y vemos pasar el mundo. La ciudad es una
hernia. Mi cuerpo se abrocha a Frida, víctima de una fiebre de felicidad. El
ruido de las vías fluye por nosotros como una tenia sucia. El movimiento
hipnótico nos deja sin respiración, a los pocos metros. El pánico de la libertad
silba oscuro.
La cancha
iluminada pierde su contorno. Mamá, Jorgelina y Guillermo desaparecen,
impulsados por el movimiento inesperado. Visto de lejos, nuestro juego sobre la
alfombra parece inútil.
La distancia nos
libera.
Fernanda García Lao (Mendoza, 1966) estudió periodismo, dramaturgia, piano y actuación. Se
formó entre Madrid y Buenos Aires, donde reside actualmente. Ganó los premios
Fondo Nacional de las Artes y premio de novela Julio Cortázar en 2004. Ha publicado Muerta de hambre (El cuenco de plata, 2005),
La perfecta otra cosa (El cuenco de plata, 2007), La piel dura (El cuenco de
plata, 2011), Vagabundas (El Ateneo, 2011), La Faim de María Bernabé (La
dernière goutte, 2011).
Invitada a la Fil Guadalajara 2011 como uno de los 25
secretos literarios de América Latina.
http:// fernandagarcialao.blogspot.com
Fotos: Mónica Weissel, Matías Canelson, Walter Canteruccio.
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