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sábado, 3 de diciembre de 2011

Desgracia en tres sets, Fernanda García Lao


Saque
Frida y yo exasperamos a la familia. Los gritos y los insultos son materia común en casa. Mi madre es una tenista que tira su revés con potencia. Enseñó a la prole a escupir amarguras y ahora somos imparables. Hoy por fin se decidieron y nos llenaron la valija. Después, la tiraron a la calle. Todos votaron nuestro exilio: Jorgelina con la mandíbula dura, mamá aún en bata y Guillermo, con su cara de satélite fuera de órbita. Nos cerraron la puerta y yo me quedé observando la B, que no brilla nunca. Bajamos con los sentidos palpitando, movidos por manos invisibles que nos empujaban hacia la calle. La ciudad no arde, es mi corazón.
Y de pronto, miro hacia adelante con la certeza del que no tiene nada. 


Efecto lateral
Ella entra y yo espero, confundido entre los autos. El hambre me escarba el cuerpo hasta la nuca. Estar desesperado no ayuda. La espío en su temblor. La sonrisa se refleja y la deforma, como una gacela de vidrio. Cerca de la carne, su animalidad se expande. Es una orquídea sangrienta. Cuando el local queda en silencio, se acerca a su presa y recita el poemita que inventamos para estos casos: una raqueta luminosa/ se ha incrustado en mi pecho. El carnicero entiende y le prepara un paquetito. No es la primera vez. La poesía se convierte en alimento.
Frida es una jugadora inquietante.


Fuera
Subimos al primer vagón y nuestra vida se aleja corriendo. El deseo de fugar nos inflama el apetito. Destrozamos las salchichas y vemos pasar el mundo. La ciudad es una hernia. Mi cuerpo se abrocha a Frida, víctima de una fiebre de felicidad. El ruido de las vías fluye por nosotros como una tenia sucia. El movimiento hipnótico nos deja sin respiración, a los pocos metros. El pánico de la libertad silba oscuro.
La cancha iluminada pierde su contorno. Mamá, Jorgelina y Guillermo desaparecen, impulsados por el movimiento inesperado. Visto de lejos, nuestro juego sobre la alfombra parece inútil.
La distancia nos libera.

Fernanda García Lao (Mendoza, 1966) estudió periodismo, dramaturgia, piano y actuación. Se formó entre Madrid y Buenos Aires, donde reside actualmente. Ganó los premios Fondo Nacional de las Artes y premio de novela Julio Cortázar en 2004. Ha publicado Muerta de hambre (El cuenco de plata, 2005), La perfecta otra cosa (El cuenco de plata, 2007), La piel dura (El cuenco de plata, 2011), Vagabundas (El Ateneo, 2011), La Faim de María Bernabé (La dernière goutte, 2011).
Invitada a la Fil Guadalajara 2011 como uno de los 25 secretos literarios de América Latina.

http:// fernandagarcialao.blogspot.com

Fotos: Mónica Weissel, Matías Canelson, Walter Canteruccio.








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