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lunes, 5 de diciembre de 2011

El futuro, Odiseo Sobico


El futuro es un engendro oscuro que anda escondido por acá.
Esperándote.
Bufón de la muerte: de la otra muerte. Mafiosa cuyo nombre honra el pagaré que el engendro te
convenció de firmar.
Meneando su culo o sus huevos, depende tus gustos.
Su «caminata lunar»
danza de la inquietud profesional
sobre el techo del tu kioskito doblegó el amparo que respirabas. Lo hizo chico
de goma
insuficiente
pasto de pared
candado puesto
asfixia
conformismo.
Y con solo amoldar su figura al hambre de tu mirada, te dio cuenta de lo bueno de endeudarse con
él
amándolo.
Adictivo crédito de ruidos atados a las paredes, a los titulares, a la lata o a la piedra;
con tinta, aerosoles, brocha o engrudo por vergas. Sentido novedoso para tu amparo
maltrecho y ladeado: moverse, acumular, saldar
saldar
saldar
acumular
moverse.
Sin respiro: «El futuro aguarda».
Acá.
Ese engendro.
Espera que te escories los nudillos contra el óxido de la puerta.
Espera la cancelación de otro pagaré.
La yuta macabra vendrá a cobrar y el bufón le tendrá tu cuota,
por supuesto: el engendro no falla.
Pero no podrás ver esta operación negra.
El diminuto empetrolado no meneará culo o huevos cuando te atienda, ya no, habrá perdido aquella
silueta complaciente, sólo te observará con ojos de telarañas rojas.
Y extenderá su mano.
El ruido de la puerta
luego
sonará a candado final.
Y serás pasto.
Sin darte cuenta. Sin haberte precavido.
Más pasto de
pared

Odiseo Sobico
Foto: María Paz Germán


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