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sábado, 3 de diciembre de 2011

Nos-otros y yo en Buenos Aires (24 de marzo), Márgara Averbach


El castellano lo dice mejor que otros idiomas: “nos”, dice, y al mismo tiempo, dice “otros”. Es una palabra maravillosa y ambigua.

Durante años, desde la adolescencia, yo fui “otra”, fui la rara, la que no tenía un espacio en ninguno de los muchos círculos de los recreos. La que vivía en la frontera incómoda del Afuera, la ñata contra el vidrio, como dice el tango. Sé que todavía hoy, en la ciudad, también soy del Afuera. Pero es por elección, por origen. Soy del Sur (el más afuera de los afueras de Buenos Aires, ese lugar tan cercano al que los porteños creen en otro mundo porque queda del otro lado del Riachuelo). Eso me gusta, aclaro: me gusta volver a través del olor, las vías, el tiempo y los puentes (Alsina, Pueyrredón viejo y nuevo, La Noria, según el día, según el tránsito).

La foto, esta foto, es del centro centro. Así le decimos, para diferenciarlo de la ciudad entera (porque para nosotros, los del Afuera, Flores, Caballito, Belgrano también son “el centro”). Yo saqué esto antes de llegar a la marcha del 24 de marzo. No sé si me di cuenta cuando lo hice pero la foto muestra con claridad los muchos Afueras y Adentros en el centro centro: los que están en la fuente, la mujer y el nene, que posan para otro (no los conozco), los que están sentados de espalda, todos los que están cerca del objetivo son una Buenos Aires. La marcha, atrás, hacia el Este, hacia el río grande, es otra. Y es mi nos-otros desparejo porque yo estoy llegando.

Por eso, elijo llamar “Adentro” a las banderas del fondo y no a la fuente. Sé que podría ser al revés pero si llamo Adentro a las banderas, la foto se me hace tibia cuando la miro porque yo ya casi estaba ahí. Casi había entrado. Y lo cierto es que, tal vez porque durante años creí que nunca iba a pasarme, cuando yo estoy “adentro” lo marco en el almanaque. Sí, todavía miro con asombro, con Alegría, el Adentro, cualquiera de los Adentros que me recibieron. (Los Adentros que quise, claro. En algunos, no me interesa meterme).
El Adentro de la foto es el de las marchas: el de la ciudad recuperada de los autos para el ruido antiguo de los pasos humanos; el de los edificios de siempre, vistos por primera vez desde el territorio prohibido del pavimento; el de las canciones, escuchadas primero, repetidas después entre dientes, sin gritar, como hacemos los tímidos; el del remolino de voces de nos-otros, esas voces desconocidas y familiares al mismo tiempo; el de la sensación del espacio nuevo, más allá de las veredas, bajo los pies descuidados.

Por eso, saqué la foto. Para acordarme de ese día.
Todavía no había llegado y ahí estaba el Adentro, adelante, fijo en un futuro cercano y confiable. Esa, bajo las banderas, era yo en un instante, menos, cuando yo quisiera, yo, del otro lado de una avenida sin autos, sin semáforos. Abierta.



Texto y foto: Márgara Averbach
Es doctora en Letras y traductora literaria de inglés. Crítica literaria en Ñ. Algunos de sus libros para chicos y jóvenes: Historia de los cuatro rumbos, La luna en el armario, La charla, Las carpetas, Tucán aprende una palabra; para adultos: Cuarto menguante, Una cuadra, Premio de la Biblioteca Nacional 2008; y tres libros académicos. Primer Premio de Cuentos para Niños de las Madres de Plaza de Mayo, 1992; Primer Premio Cuentos sobre Identidad, Abuelas, 2001. El año de la Vaca fue Destacado de ALIJA en 2004; la traducción de Había una vez una vieja que tragó una vaca recibió el Premio ALIJA en 2011. Recibió también el Premio Conosur de Traducción de Union Latina (2007).


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